Raimon Arola: "La tradición revelada es el fundamento de la vida espiritual"


Raimon Arola Ferrer (Tarragona 1956) es licenciado en Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Autónoma de Barcelona. En 1983 comienza la docencia en la Facultad de Bellas Artes de la Universitat de Barcelona que termina en 2018, cuando se jubila. Ha impartido las asignaturas de “Análisis de las formas visuales”, “Simbolismo 1” y “Simbolismo 2”, “Arte y simbolismo en la creación artística contemporánea” e “Iconología”. Profesor de diversos cursos de Doctorado en la Universitat de Barcelona, en la Universitat Ramon Llull y en la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Co-director de la web Arsgravis: arte y simbolismo (www.arsgravis.com). Colaborador de la revista La Puerta. Retorno a las fuentes tradicionales, así como en otras publicaciones periódicas especializadas. Miembro de Institut de Recerca en Cultures Medievals (IRCVM) de la Universitat de Barcelona. Es miembro de la Bibliotheca Mystica et Philosophica Alois M. Haas, donde se enmarcan sus investigaciones. Entre otros libros, ha publicado Las estatuas vivas. Ensayo sobre arte y simbolismo (1995), Alquimia y religión: los símbolos herméticos del siglo XVII (2008) y Cuestiones simbólicas. Las formas básicas (2015).

1. ¿Qué papel cree que ocupa la "tradición" en la cultura occidental actual, y cuál debería recobrar y por qué, si es que lo ha perdido?

Al margen del devenir de las grandes Iglesias, que ahora no es el tema, fue René Guénon, a principios del siglo pasado, quien revalorizó la idea de la tradición como fundamento de la vida espiritual. Es un dato muy importante, puesto que en aquel momento la espiritualidad se había confundido con el subjetivismo y con ciertas experiencias ocultistas, espiritistas o teosóficas. Guénon fue muy duro con estas “falsas iniciaciones” y proclamó la necesidad imperiosa de que la vida del espíritu siguiera el orden de la tradición; es decir, se conformara a aquello que se ha trasmitido de edad en edad, puesto que teóricamente se fundamenta en una revelación auténtica y no subjetiva. ¿Cómo diferenciarlas? Las formas tradicionales no evolucionan, no mejoran, desde su origen son completas pues son reveladas. Por lo contrario, la realidad no-tradicional es aquella que varía, que evoluciona. La cultura occidental se vivificaría comprendiendo el sentido de tradición de Guénon; es decir, la revelación como fundamento de la vida espiritual. Pero esta palabra está poco de moda o se convierte en una palabra vacía y reaccionaria, que, evidentemente, nada tiene que ver con la auténtica revelación o tradición.

2. El concepto de tradición occidental, ¿debe ser sometido a examen, incluyendo aquellas otras vetas menos conocidas y difundidas, y que secularmente se han visto orilladas por la imposición de un canon pétreo y excluyente?

La tradición occidental ha marginado una cara de su devenir: el esoterismo. Este es el motivo por el cual aparecieron (y todavía aparecen y quizá con más fuerza) todo tipo de espiritismos o psiquismos que poco ayudan al exoterismo: los ritos que se practican en comunidad y que trasmiten (o deberían) la letra y el espíritu de la tradición revelada. Occidente ha orillado tanto la estima como el estudio de la gnosis secreta que ya es imposible que se encuentre con la dogmática. ¡Y es una lástima, puesto que son las dos caras de una misma moneda!

3. En su faceta de investigador y divulgador del simbolismo en el arte, ¿cómo cree que éste puede ayudar a entablar un diálogo fructífero entre tradiciones distintas?

El simbolismo en general, no sólo entendido como forma artística, debería sustentar cualquier diálogo interreligioso, como se le llama hoy en día, puesto que los símbolos son universales. La cruz es un ejemplo excelente: es un signo de la religión cristiana, pero es un símbolo universal. En la cruz se une lo dinámico (la vertical) con lo pasivo (la horizontal), el primero es el cielo, el segundo la tierra, como el Yang y el Yin de la tradición china, o lo masculino y lo femenino, etcétera. Que también represente, como signo, a una tradición concreta, no quita ningún valor al sentido universal del símbolo. A partir de aquí, es posible el diálogo entre las distintas tradiciones, pero no es fácil comprender la diferencia entre signo y símbolo.

4. Como editor, ha prestado mucha atención a la recuperación de temas y enfoques poco habituales dentro del panorama cultural vigente. ¿Qué papel cree que debe tener el editor como agente de transformación cultural, más allá de su función más obvia y puramente instrumental?

A nivel de presentación de los textos antiguos, el trabajo técnico de las universidades es excelente y los editores debemos seguir su rumbo. Pero los estudios académicos deben de ser “objetivos”, lo cual es un contrasentido en el mundo tradicional, pues sin empatía hacia lo que se estudia el resultado siempre es distinto al sentido de los textos originales. También es un papel del editor, rescatar textos que las iglesias y academias han considerado heréticos. Hay libros fundamentales de la tradición occidental que no se publican ni estudian a pesar de ser importantísimos en los fundamentos culturales de Occidente. Libros de alquimia, de magia, como los de Agrippa o Dee, por ejemplo.

5. ¿Qué importancia le otorga usted al concepto de "filosofía perenne", vindicado por personalidades de gran relieve, como Aldous Huxley, en cuanto a la apertura de las distintas culturas a un intercambio de símbolos y conceptos, con miras a un objetivo antropológico común?

La filosofía perenne es un término acuñado por el monje Agostino Steuco en 1540, con el cual quería dar a entender que existen unas filosofías paganas que son complementarias a la revelación cristiana, éste fue el sentido del Renacimiento. Después utilizó la expresión Gottfried Leibniz, en 1687, buscando en la filosofía perenne una especie de religión natural. Finalmente, en 1945, Aldous Huxley escribió un libro con este título, donde recoge textos de distintas culturas y hace patente las coincidencias, lo que has llamado “objetivo antropológico común”.

6. Por último, es conocida su labor como difusor del legado de Louis Cattiaux, pintor y teórico del simbolismo en el arte. ¿Qué aporta Cattiaux al hombre del siglo XXI, huérfano de referentes culturales sólidos y enfrentado al naufragio de su propia tradición cultural?

El libro de Cattiaux, El mensaje reencontrado, es un libro que no nace del estudio ni de la especulación, sino de la experiencia directa de Dios. Por distintos motivos, el término Dios se ha convertido en la cultura occidental en algo raro, es, como han explicado varios estudiosos, un extraño en nuestra casa. Pero es al “matar a Dios” también se “mata” la cultura y la espiritualidad occidental. ¡Y así estamos!

Lo que hizo Cattiaux fue reencontrar qué es Dios y qué es el hombre por la experiencia directa con Él. Escribió en El mensaje reencontrado: “La más pequeña experiencia de Dios vale más que todas las teologías del mundo”.

La experiencia directa, que es la fuente de este libro, se encuentra con la tradición universal, tal como la entendió Guénon y que hemos visto, pues El mensaje reencontrado sigue la sabiduría de los antiguos y ocultos alquimistas, y a partir de ellos Cattiaux puede confrontar su experiencia particular con la tradición más nuclear de Occidente, lo cual lo aparta de cualquier ocultismo o espiritismo decimonónico.

El libro de Cattiaux reencuentra los referentes antiguos, principalmente la alquimia cristiana, que nos deberían permitir recuperar el sentido justo de la vida espiritual en el encuentro del hombre con Dios, como fruto de su experiencia personal.

José Luis Trullo




PRESENTE Y FUTUROS 
DE LA TRADICIÓN

La naturaleza humana consiste en una vida dotada de logos o en un logos dotado de vida. La tradición tiene mucho que ver con ella: nos transmite como algo precioso el modo cultural en que los que nos han hecho posibles han ido desplegando antes de nosotros esa naturaleza híbrida tan única en el cosmos. Sin embargo, con el progresivo desarrollo de la Ilustración, los grandes referentes tradicionales (religión, tradición y naturaleza) han sido sustituidas por los de ciencia, progreso y autonomía individual: las trillizas de la razón frente las trillizas del miedo, lo irracional, la neofobia. En el presente monográfico hacemos balance de las consecuencias del abandono de la tradición y de su necesaria reevaluación como pauta de diálogo entre generaciones.


Jesús Cotta

Raimon Arola

José Luis Trullo

Miguel d'Ors

José Julio Cabanillas
Antonio Rivero Taravillo:

Javier Recas