Ángel Justo Estebaranz es Titulado Superior de Música en la especialidad de Órgano por el Conservatorio Superior de Música “Manuel Castillo” de Sevilla. En la actualidad, es organista titular de la Iglesia Parroquial de Santa Cruz de Sevilla e imparte clases en la Universidad de Sevilla como Profesor en Historia del Arte y Director del SGI Fototeca-Laboratorio de Arte. Como intérprete, ha ofrecido numerosos conciertos en España y en otros países (Ecuador, Polonia, Alemania, Suiza y Austria). Es coordinador del Ciclo de Conferencias y Conciertos de Órgano del Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (con conciertos monográficos sobre música en la Europa de la Edad Moderna), y también ha coordinado el Seminario “El órgano barroco: su naturaleza y su música” (Fundación Focus-Abengoa, Hospital de Los Venerables de Sevilla). Ha colaborado con distintas agrupaciones en recitales de música barroca iberoamericana, y también ha interpretado piezas románticas y contemporáneas para órgano del continente americano. Ha publicado diversos trabajos sobre pintura barroca española e hispanoamericana, y sobre historia del órgano español. Ha participado en diversos Proyectos de Investigación sobre el estudio de órganos históricos, entre ellos “Estudio de Órganos Históricos: Composición y Alteración de tubos metálicos” (MAT2007-63234, del Plan Nacional de I+D+i, Ministerio de Educación y Ciencia).
Efectivamente, el órgano es el instrumento de la música sacra, junto con la voz humana: la voz canta y el órgano acompaña. Pero no siempre fue así. De hecho, el órgano es anterior al cristianismo. Nace a finales del siglo III a.C. en Alejandría. El ingeniero Ctesibio de Alejandría es quien construye un instrumento cuyo ámbito no era el religioso, sino el de la fiesta. De hecho, en Roma se interpretará en los espectáculos. De ahí entrará a la corte y de Bizancio pasará luego a Occidente y más o menos hacia el siglo X empieza a entrar en la Iglesia. Es un instrumento que por razones de sonoridad da una potencia concreta y permite mantener las notas; luego se va a ir incorporando a la liturgia, alternando con el canto, y más adelante servirá como apoyo al canto. Hoy en día se canta con el acompañamiento de órgano. Sabemos, por ejemplo, que en el siglo XVI era muy habitual que el coro entonase versos de himnos y otros versos los hacía el órgano: no es que acompañe, sino que llega a sustituir a la voz, asume el relato de un determinado versículo. Por supuesto el órgano solemnizaba. Giovanni Bonna, italiano de origen francés creado cardenal por Alejandro VII, decía en 1663, en su tratado De divina psalmodia, publicado en París: “El sonido del órgano proporciona alegría al alma afligida, evoca la alegría de la ciudad celestial, despierta al perezoso, refresca al atento, induce amor en el justo y atrae al pecador al arrepentimiento”.
- Doy fe. Es además una cita preciosa. A pesar de ese patrimonio enorme de órganos repartidos por el mundo, da la sensación de que la iglesia y los cristianos en general han olvidado ese tremendo potencial del órgano para la espiritualidad.
- La contribución del órgano a la liturgia es única. Sobre todo a partir del Concilio Vaticano II, en ámbitos donde no había órgano, la guitarra es un instrumento que funciona para acompañar cantos ya en castellano y de carácter más popular. Aunque haya órgano, el problema es que a veces no hay organista o lo tocan fieles con escasa preparación musical. El órgano realiza muy bien esa función de acompañar al coro, al sacerdote y a la asamblea, o para interpretar piezas en determinado momento él solo.
- Es una suerte que en la parroquia de Santa Cruz de Sevilla seas tú el organista. Esa es una de las razones por las que yo he vuelto a la iglesia. Las misas allí eran distintas. Yo creo que sería bueno para la Iglesia volver a la solemnidad, porque si uno encuentra en la iglesia la misma llaneza que en la calle, ¿para qué va a ir? La solemnidad es un atributo de lo divino.
- La fiesta, sea sagrada o profana, establece un ámbito que es distinto de lo cotidiano. Con la fiesta se crea una ciudad efímera, una ciudad que luce mejor, que huele mejor, en la que hay armonía, en la que puede participar la gente. Hay un ritual. Esa solemnidad también se da en la liturgia y no tiene por qué suponer un distanciamiento del fiel respecto al ministro. El órgano integra a todos, epata los sentidos, predispone el ánimo, y el incienso está contribuyendo a la transformación del espacio como lo hacen el sonido y la luz.
- ¿Tú crees que tocar música puede ser también un modo de oración o la oración es más bien solo para el que la oye?
- No, no, también para el que la toca. Decía san Agustín que el que canta ora dos veces; igual para el que tañe un instrumento. Es un modo de oración. Uno está contribuyendo a la liturgia y participando en ella, no solo cuando está acompañando el canto, sino cuando está interpretando piezas para instrumento solo, y además, uno prepara los programas con un cierto sentido, es decir, con música que está relacionada con el día en concreto. Por ejemplo, el día de la Inmaculada se tocan piezas relativas a la Virgen, como versículos del Magnificat, y también el Canto llano de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, de Correa de Arauxo. Hay una idea de vincular las piezas con el ciclo litúrgico correspondiente, y hay otras que pueden no tener una vinculación directa, pero si el sentido es adecuado, como una toccata muy alegre en modo mayor el Domingo de Resurrección, que se puede interpretar incluso fuera de la liturgia, y puede ser una pieza de origen profano que siendo respetuosa sea adecuada.
- Me da la impresión de que entre los poetas proliferan más los creyentes que, por ejemplo, entre los novelistas, porque creo que es difícil ser poeta y materialista. ¿Crees que entre los músicos pasa lo mismo que creo yo que pasa entre los poetas? ¿Hay muchos organistas ateos? ¿Crees que gran parte del interés por el que alguien ha llegado al órgano puede ser su fe, o más bien la fe nada tiene que ver con ese interés?
- Hay de todo, pero creyentes sí que hay muchos. Hay gente que ha llegado por gusto estético, pero la fe también ha servido a ese interés, entre otras cosas porque casi todos los organistas somos organistas en una iglesia y participamos además activamente en la vida de la parroquia. Pero, en fin, conozco organistas muy indiferentes a la religión. También hay organistas que profesan una confesión religiosa pero son organistas de iglesias de otra confesión. Hay protestantes en iglesias católicas y organistas protestantes en iglesias de una confesión protestante distinta. Parece que Sweelinck era católico, pero su iglesia era calvinista.
- ¿Tú crees que el arte de la música es, como dice mi amigo José Julio Cabanillas, el arte más sublime, el arte más puro? Las demás artes requieren materiales que las hacen menos universalizables, mientras que la música, como decía Nieztsche, llega al corazón y no pasa por la cabeza.
- Claro. Además, la música llega a los oídos. Si quieres leer una novela, hay que abrir el libro, pero si pasas por un lugar donde se está tocando música no puedes no escucharla.
- Parece más cercana al espíritu. Como no se ve…
- Tiene algo de inmaterialidad, y es un arte en el tiempo, existe mientras se está ejecutando, y la siguiente interpretación ya va a ser otra; dura mientras se interpreta. Una novela la puedes volver a leer veinte años después y quizás la entiendas mejor, pero lo que está escrito, está escrito. En cambio, una partitura está escrita y el organista la toca hoy y dentro de veinte años la ve de otra manera, porque la pieza está escrita de un modo fijo, pero al tocarla siempre la interpretas, la transmites de modo distinto cada vez. Pasa lo mismo con un actor de teatro, que también es un intérprete.
- La poesía, en mi opinión, dice las cosas con palabras dignas de su belleza. Ese es su cometido. Pero no sé muy bien cómo definir el cometido de la música, si tiene alguno.
- La música eleva el espíritu, conforta, alegra, sostiene; también puede haber una pieza profundamente melancólica o pesimista, como la Sonata Patética de Beethoven. Conecta de un modo muy fuerte con el ánimo y el espíritu del oyente.
Bueno, muchas gracias, Ángel, por tu entrevista. Esperemos que en el cielo siga habiendo órganos y que toques un órgano cósmico e interpretes sinfonías para órgano y universo y hagas así más rica y grande la música de las esferas. Allí tendremos tiempo para oír música y sin distracciones y estará el alma atenta y entregada a esa música, con los ángeles, que no sé si componen música…
- En la pintura, cuando se representan conciertos angélicos, aparecen a menudo ángeles tocando el órgano.
- Tú serás uno de sus favoritos.
Jesús Cotta
DE LO ESPIRITUAL EN EL ARTE
Queremos inaugurar esta revista cuatrimestral con un monográfico sobre lo espiritual en el arte, entendiendo por espiritual aquella faceta de lo humano que no es meramente corporal o sensitiva y que puede conectar con Dios. Ahora que lo espiritual se asocia más bien a un supermercado de la Nueva Era en un universo cerrado e inmanente con olor a sándalo y sonido de platillos indios, mostramos aquí a quienes desde la pintura, la poesía, la filosofía, la música, el cine, etc., conciben más bien un universo que no huele a cerrado sino que se abre a la trascendencia. En vez de la esfera, la cruz.
Francisco Lorca
Hiram Barrios
Victoria Cirlot
Jesús Cotta
José Jiménez Lozano
José Julio Cabanillas
Sira Hernández
Ángel Justo Estebaranz
Daniel Cotta
Antonio Barnés