Mompou y la búsqueda del acorde metálico


La familia Dencause fabricó campanas en Francia desde el siglo XV. Una campana de Notre Dame y la Savoyarde del Sacre Coeur de Montmatre salieron de sus talleres. Mediado el siglo XIX, los Dencause fundaron una filial en Barcelona. La fundición fue dirigida por el joven Jean Dencause que casó con una española. Él es el abuelo del músico catalán Federico Mompou Dencause (Barcelona, 1893- 1987).

La fundición estaba situada en una calle al pie del Montjuich. Federico Mompou se crió en esos talleres. Más tarde, ya adolescente, cuando estudiaba en el Conservatorio, nuestro músico se encargo de afinar las campanas. A veces, se recibían pedidos de campanas que tuvieran una nota determinada.

Afinar una campana no es tarea fácil. Hace falta un oído excelente y raspar los bordes metálicos hasta encontrarla. La dificultad radica en que, al golpear el metal, no se escucha nítida la nota deseada. El sonido se alarga unos segundos y percibimos que la nota principal, antes de apagarse, va rodeada de otros sonidos con los que se mezcla. Esos son los sonidos armónicos que surgen de la nota principal y que casi podemos compararlos con la cola de un cometa.

Federico Mompou estudió piano en el Conservatorio y todavía adolescente, hizo su debut público en la sala del Orfeó Barcelonés, donde fue presentado como un futuro virtuoso. En marzo de 1909, el músico francés Gabriel Fauré tocó en Barcelona el Quinteto op. 89 para cuerda y piano. El muchacho que oyó esa música es ya un joven alto y delgado como su abuelo Dencause, de salud frágil, introvertido y con una aguda tendencia a la melancolía. Impresionado por esa música para él nueva, Mompou decidió ya para toda su vida ser compositor.
Esa firme decisión le llevó, en secreto, a buscar las notas y acordes de su propio universo musical. En 1911, por fin, encontró el llamado acorde metálico que es el amanecer de toda su música. Según Mompou, debemos dejar que cada nota se demore en el tiempo, rodeada de sus armónicos, y cuando ya se apaga, debemos pulsar la siguiente. En esa fracción de silencio se asienta su música. Es un silencio en donde todavía existe o casi se recuerda una nota, mientras la siguiente brota y se alza.

La música es, quizá, lo que pone el alma memoria y expectación‒ en el tránsito de silencio entre dos notas. Buena parte de su futuro musical es el desarrollo de este principio. Federico Mompou, que fue hombre de pocas palabras, siempre tendió a lo esencial: una música hecha de pocas notas, imprescindibles, en la que nada sobra ni falta. Cada una se sitúa en el borde angosto del silencio y rodeada de los armónicos que la abrazan. Por eso en su música es importante el modo de pulsar cada tecla y el pedal, para que el sonido se dilate y respire hasta que de él de esas irisaciones de silencio y armónicos brota otro nuevo sonido.

Toda su creación musical es el desarrollo de este principio estético. Mompou conoció los músicos franceses de su época, pues residió en París de modo habitual. Tuvo que regresar a Barcelona a causa de las dos guerras mundiales. Cuando se instaló definitivamente en España, inició la tarea de componer de modo más continuado. La mayor arte de su obra es para piano. Su obra maestra es Música callada, pieza para piano solo de rara intensidad musical. De ella hablamos con la pianista Sira Hernández.

José Julio Cabanillas

ENTREVISTA A SIRA HERNÁNDEZ



DE LO ESPIRITUAL EN EL ARTE

Queremos inaugurar esta revista cuatrimestral con un monográfico sobre lo espiritual en el arte, entendiendo por espiritual aquella faceta de lo humano que no es meramente corporal o sensitiva y que puede conectar con Dios. Ahora que lo espiritual se asocia más bien a un supermercado de la Nueva Era en un universo cerrado e inmanente con olor a sándalo y sonido de platillos indios, mostramos aquí a quienes desde la pintura, la poesía, la filosofía, la música, el cine, etc., conciben más bien un universo que no huele a cerrado sino que se abre a la trascendencia. En vez de la esfera, la cruz. 





Francisco Lorca

Hiram Barrios

Victoria Cirlot

Jesús Cotta

José Jiménez Lozano
Ángel Justo Estebaranz

Antonio Barnés