José Jiménez Lozano: "El cristianismo significa la absoluta separación de religión y política"



José Jiménez Lozano (Langa, Ávila, 13 de mayo de 1930), Premio Cervantes en 2002. es autor de una copiosa obra literaria, entre los que destacan los poemarios Tantas devastaciones (1992), Un fulgor tan breve (1995), El tiempo de Eurídice (1996), Pájaros (2000), Elegías menores (2002), Elogios y celebraciones (2005), Enorme luna (2005) y La estación que gusta al cuco (2010). Como novelista, sus últimos títulos publicados han sido Las gallinas del licenciado (2005), Libro de visitantes (2007) y Agua de noria (2008). Asimismo, en su haber figuran varios volúmenes de relatos, además de no pocos del género diarístico. Otros galardones que ha recibido son el Premio de la Crítica de narrativa castellana 1988 por El grano de maíz rojo), el Premio Castilla y León de las Letras (1988), el Premio Nacional de las Letras Españolas (1992), el Premio Luca de Tena de Periodismo (1994 por El eterno retablo de las maravillas) y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (1998).

-Usted ha sido periodista y escritor y como escritor ha cultivado el ensayo, la novela, el diario y la poesía. ¿Cree que la verdadera literatura está solo en la poesía y en la ficción, o también en el periodismo y el ensayo.?

-Una escritura será literatura si ofrece un lenguaje literario. El periodismo no escapa a esta condición: si tiene lenguaje literario, resulta que no es periodismo.

-¿Es en usted la poesía una vocación tardía o siempre ha sido poeta y ha publicado poesía más tarde que las demás obras por otros motivos?

-He escrito de vez en cuando un poemilla, si es que lo he logrado, y lo he guardado o no. Y, entre los poemillas guardados, luego he publicado lo que me ha parecido y cuando me ha parecido. No tiene más misterio la cosa. Shelley decía que nadie puede en serio pretender hacer un poema; Eliot, que cada vez es más difícil hacer un poema porque sabemos que estamos haciendo un poema, y el maestro fray Luis decía, en fin, que eran cosas que se le caían de las manos. Creo que tienen razón

-¿Se presta más la poesía que la prosa a reflejar de un modo digno y bello las creencias religiosas?

-Los asuntos de la fe están en la Biblia o los formula la Iglesia. Y algunos están formulados en estupendos relatos;  como que con la Biblia se inventa el relato, que no es ni mito ni historia, y en ella hay soberbios poemas. Pero un escritor no tiene que formular su fe literariamente, aunque por supuesto que puede hacer como le parezca.

-¿De qué reconocimiento se encuentra usted más orgulloso: del premio Cervantes por parte de España o del reconocimiento “pro ecclesia et pontifice” por parte del papa Francisco?

-Los premios y distinciones son regalos, que  se agradecen y se trata de no deshonrar, y en paz.

-Hay mucha grandeza en su poesía sobre unos seres tan diminutos como los pájaros. ¿Esa grandeza la aportan ellos cuando uno los mira bien o se la aporta la mirada del poeta?

-Los pájaros, como decía Kierkegaard, unas veces vuelan muy arriba y otras veces muy abajo, y eso pasa con los que escriben, y luego los poemas son malos buenos o regulares como todo lo que escribimos. Pero los pájaros son siempre maravillosos.

-¿De qué manera cree usted que creer en Dios y, en concreto, en un Dios que se encarnó puede aportar grandeza y belleza al universo creativo de un artista?

-En el judaísmo no se puede ni pronunciar ni escribir el nombre de Dios, y es tradición intelectual cristiana la de que de Dios sólo podemos decir lo que no es, pero no lo que es, porque construiríamos un ídolo. Los mismos judíos hacen una broma según la cual los únicos que cumplen con el primer mandamiento de Moisés son los ateos, porque nunca mientan a Dios. Es una broma con un gran significado.

-¿Cuál cree usted que es el mayor bien para un hombre? ¿Qué le parece a usted lo más bello del mundo? ¿Y cómo cree que su obra ha contribuido a que lo encontremos?

-Cada hombre tendrá sus razones o ninguna para decir cuál es el bien supremo, y lo mismo para las hermosuras de este mundo, y yo no puedo tener la mínima pretensión de que yo puedo conducir a nadie a ningún bien ni a ninguna hermosura, y espero que tampoco a ningún mal. Sería ser ingeniero de almas, como decía el señor Stalin. Como mucho, puedo ofrecer algo que a mí me parece hermoso.

-Observo como profesor que, en cuanto tienen acceso a videojuegos y móviles, muchos adolescentes abandonan la lectura, que suelen percibir como una actividad propia de la infancia o del ámbito escolar. ¿Cree que la gran cultura siempre estará en los libros o ahora que hay tanta oferta y fragmentación en Internet se puede adquirir sabiduría de otra forma?

-Si abandonan la lectura es que nunca han leído nada que haya podido llegarles al fondo de su inteligencia o de su corazón; ni  tampoco les va a llegar con las informaciones electrónicas, y todo viene a suceder como de la enseñanza escolar decía Aldous Huxley: que sólo servía, para la aceptación de la propaganda política más agresiva, tener la cabeza llena de seguridades estúpidas y entregarse a diversiones de muy bajo nivel.  Y ahora es peor, porque en la red esos lectores que han dejado de leer porque no se han encontrado con nada que mereciera la pena, van a entrar en un supermercado en el que se nos venden tantas cosas de que no podemos saber si son  algo o nada, porque nuestro cerebro no puede procesar tanta información. Así que no es que yo crea o no crea, sino que lo que llamamos cultura, siempre ha tenido y tendrá dos fuentes: la lectura  y la conversación con nuestros semejantes y con el pasado. Internet sólo puede ofrecernos informaciones sin dimensión histórica, ni discernimiento de lo real.

-¿Es posible ser poeta y materialista? ¿Cree que en la poesía abundan más los creyentes que, por ejemplo, entre los novelistas?

-Bueno,  Lucrecio era un gran poeta y es una referencia del materialismo desde hace dos mil años. No tengo ni  lejana idea acerca de la diferencia que puede haber entre novelistas y poetas; en realidad no entiendo cómo puede afectar a alguien que escriba poesía, novelas o un asunto jurídico, médico o astronómico.

-Recientemente un poeta cristiano me dijo que en cierto poema la clara referencia final cristiana restaba universalidad al poema. ¿Está usted de acuerdo?

-Supongo que se referirá a un amigo suyo cristiano que escribe poemas, y, respecto a eso de la universalidad, le diré que no creo yo que un poema logrado hecho por cualquier poeta de cualquier confesión religiosa o departamento materialista con las referencias que sean no pueda ser comprensible y significar un valor estético para todo el mundo.

-¿Cómo definiría usted el cristianismo: como espiritualidad, religión, experiencia…? 

-Puede haber una espiritualidad cristiana expresada en una forma de vivir la piedad religiosa, el monacato etc.  Pero el cristianismo se presenta como la propuesta de fe cuya confesión se hace en el credo y en el bautismo.

-Creo que era García Lorca quien decía que un poema es bueno ya lo escriba Dios o el diablo. ¿Una obra de arte puede ser buena aunque su mensaje sea abominable o blasfemo? ¿Es buena pese a ello o por ello? ¿El diablo tiene que trabajar más que un ángel un poema para disfrazar de luz y belleza la maldad?

Y obviamente tenía razón Lorca. Ya Santo Tomás de Aquino escribió hace ocho siglos, y Jacques Maritain repitió en el siglo XX, que un artista cristiano era quien se mantenía en el desempeño de un hábito del intelecto práctico y no del especulativo al que pertenecía la teología, y su deber era contar historias convincentes de seres humanos, fuesen éstos quienes fuesen. Lo que Flannery O'Connor resumiría a su amiga Betty Hester, con cierta ironía,  escribiéndole: ”No tienes que ser buena para escribir bien”.

-La ya mítica obra de Tolkien no habla de Dios en ningún momento. Sin embargo, se afirma que su universo moral es indudablemente católico. ¿Cree usted que esa fórmula, la de lo implícitamente cristiano, es literariamente más fructífera y, además, más eficaz para llegar a todos en una época tan indiferente y a veces tan reacia a lo cristiano?

-El talante de Tolkien es abiertamente católico, y  nunca  ocultó que era un converso, y pertenecía al grupo de conversos ingleses de los años 30. Todo esto tan sabido, no tiene nada que ver sobre si en su obra habla de Dios o no. Literariamente no tenía por qué seguramente.

-¿Cree usted que la inspiración cristiana puede librar a un autor de incurrir en el pesimismo, el buenismo, el feísmo, la insustancialidad y la misantropía?

-El grupo de Tolkien, Chesterton, Lewis etc, los llamados “Inklings” siempre dijeron  que el Catolicismo de Roma les había liberado de todas las supersticiones del siglo. Por mi parte, como decía Knut Hamsun, el mundo podía ir por donde quisiera pero que él se estaba en sus trece. Y yo también. ¡Y tan amigos!

-La separación entre lo sagrado y lo mundano que hizo Cristo cuando le presentaron la moneda del César, ¿tiene consecuencias para el arte?

-Esa escena evangélica de la moneda es interpretada también como una ironía de Jesús ante los malintencionados que le preguntaban, porque una ironía era mentar a los judíos al Cesar ocupante de Palestina.  El cristianismo no tiene que ver nada con esos asuntos de lo sagrado, y las iglesias no son exactamente templos. No hay nada sagrado excepto Dios. El cristianismo significa la absoluta separación de religión  y política, y también el arte y la ciencia son autónomos de la fe. Y ya el Papa Gregorio I (590-604) advirtió que las pinturas no son sacramentos ni epifanías divinas, sino asunto de este mundo, cosa de hombres. Y así mismo la literatura.

-Se ha dicho muchas veces que lo importante es el viaje, no la misión. ¿No cree que se trata de una afirmación propia del agnosticismo?

-La palabra agnosticismo es hoy un tópico y nada más. El abuelo de los Huxley, que fue quien inventó la palabra, quiso señalar con ella que el científico, sea cual sea su fe o su no fe, no sabe nada de lo que tiene entre manos en el laboratorio.  En el XIX, en la sala de anatomía se decía de vez en cuando y triunfalmente que, puesto que no se había encontrado el alma, esta no existía; pero cualquiera de los asistentes judíos o cristianos podían comentar que ellos ya lo sabían por la Biblia porque estaban al tanto de que fueron los traductores del texto bíblico al griego los que emplearon esta palabra griega de “psyjé” porque era la más aproximada para expresar lo que decía el hebreo. Y no fue el único problema de este traslado de una lengua oriental en la que no hay un abstracto y la expresión es narrativa a una lengua como el griego digamos más racionalista.

-Cuando veo películas buenas y recientes donde el protagonista es puesto a prueba y entre la vida y la muerte, me llama la atención que apenas salgan referencias religiosas. ¿Cree que esta ausencia está buscada, porque va contra la necesidad de sentido de todo ser humano, o bien, por el espíritu de los tiempos, es natural?
 
-Sí, probablemente es reflejo de  un claro anticristianismo de nuestro tiempo. Los señores de la historia no pueden ni pensar que pudiera haber un poder superior al suyo, y por eso cada día son más absolutos.  A propósito de El Espiritu del Tiempo, preguntaba Schleiermacher: “¿Y quién es ese mozo?”. Pero hoy sabemos que, sea lo que sea, forma parte de los procesos  totalitarios de acomodación de cerebros al nihilismo, no el de Nietzsche, sino el del alegre y confiado del 68. Esto es, ser felices porque nada es nada ni nada significa nada. ¡Para qué iban a leer!

-¿Qué escritores de inspiración cristiana recomienda usted como referente a un escritor que además sea cristiano?

-Con los libros como con los amigos hay que encontrarse, o llegar de mano de otro amigo, pero a la generalidad no puede decirse nada, como pensaba Kierkegaard, y el hecho de que un periódico tuviese que dirigirse a la generalidad le impedía, pese a sus esfuerzos, decir a todos una verdad, y añadía: un hombre puede equivocarse, la multitud siempre.  Hay una fe cristiana, pero también hay una cultura cristiana, y un historiador ruso actual, Grigori Pomerants, asegura que “el cristianismo comenzó para millones de rusos con la lectura de La casa de Matriona de Solzhenitsyn, que no aborda un tema cristiano, ni el cristianismo aparece allí invocado en ningún aspecto, pero está en la entraña misma de la lengua y de la historia que se cuenta. El mundo intelectual occidental tampoco le perdona a Solzhenitsyn esta novelita. Pero es muy hermosa".

Jesús Cotta



DE LO ESPIRITUAL EN EL ARTE

Queremos inaugurar esta revista cuatrimestral con un monográfico sobre lo espiritual en el arte, entendiendo por espiritual aquella faceta de lo humano que no es meramente corporal o sensitiva y que puede conectar con Dios. Ahora que lo espiritual se asocia más bien a un supermercado de la Nueva Era en un universo cerrado e inmanente con olor a sándalo y sonido de platillos indios, mostramos aquí a quienes desde la pintura, la poesía, la filosofía, la música, el cine, etc., conciben más bien un universo que no huele a cerrado sino que se abre a la trascendencia. En vez de la esfera, la cruz. 





Francisco Lorca

Hiram Barrios

Victoria Cirlot

Jesús Cotta

José Jiménez Lozano
Ángel Justo Estebaranz

Antonio Barnés